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Casita de la corrupción

14-S: El Patriota y el primer vladivideo

Publicado: 2010-09-15

Rebobinemos la cinta. Stop. 14 de setiembre del años 2000. Fernando Olivera presenta video de soborno a tránsfuga Kouri y demanda renuncia de Fujimori y detención de Montesinos. Abrumado por discrepancias en Perú 2000, Fujimori decide despachar en privado. Stop.

Esos son los hechos conocidos y recordados por casi todos a diez años de aquel VHS que cambió la historia política del país. ¡No hay corrupción que dure 15 años, ni Perú que lo resista! ¡Cayó el Chino, carajo!, eran las frases resonantes en las afueras de Palacio.

Pero rebobinemos nuevamente la cinta y detengámonos en la historia secreta del video Kouri-Montesinos. Entre las circunstancias, enredos e intrigas, miedos, cumplimientos e incumplimientos que rodearon la entrega y emisión del video, existe un personaje parecido a Garganta Profunda, el personaje del sonado caso Watergate.

La versión peruano de ese personaje se hizo llamar “El Patriota” pero respondí a al nombre de Germán Barrera Inany, y fue quien entregó el video Kouri-Montesinos a Luis Iberico, el 9 de setiembre del 2000.

Era un contratista de obras públicas quien en el año 200 pasaba por una época de vacas flacas. Sin embargo, una amistad de peloteros fue decisiva en su vida.

En una ocasión jugando fulbito en el complejo deportivo de San Borja, conoció al chofer Moisés Reyes Erquinigo, empleado personal de Matilde Pinchi Pinchi.

De 1998 al 2000, esa amistad le dio varios cachuelos a Barrera, que iban desde tareas domésticas hasta alertar al presidente Alberto Fujimori sobre un golpe de Estado que preparaban los mandos militares en complicidad con Montesinos.

En enero del 2005, “El Patriota” conversó en exclusiva con el periodista Edmundo Cruz de la Unidad de Investigación de La República. Conozca la historia a través de sus propias palabras:

–¿Sabía quién era Matilde Pinchi Pinchi? –le preguntamos.

–Lo supe seis meses antes de que saliera el video –respondió–. Era fácil darse cuenta, Moisés hacía pagos y remitía cheques a nombre de ella. Pero no tenía idea de su poder. En forma personal la conocí después del problema del video.

–¿Le dijo Moisés que él y la señora Pinchi trabajaban en el SIN (Servicio de Inteligencia Nacional)?

–Sí.

–¿Y esa referencia no le produjo ningún retraimiento?

–No, porque antes del video yo había ayudado a Moisés a hacer muchas cosas que en realidad eran para la señora Pinchi. Los dos hacíamos para ella las cosas que la gente del SIN no debía saber. Y muchas de esas cosas las hicimos por el bien del país.

A comienzos del 2000 se había destapado la falsificación de más de un millón de firmas efectuada por la agrupación oficialista Perú 2000, que postulaba a la reelección de Fujimori para un tercer período. Pese a los cuestionamientos de los observadores internacionales, las elecciones se realizaron el 9 de abril, pero Fujimori no logró remontar el 50 por ciento de la votación ni controlar la mayoría del Congreso de la República. Se imponía una segunda vuelta electoral.

–¿En qué momento Moisés Reyes le habló del video Kouri-Montesinos? –preguntamos a Barrera.

–Moisés sabía que yo era amigo de congresistas de las diversas tiendas políticas –sigue relatando–. Un día viene y me dice: mira, mi jefa ya está cansada de lo que pasa en el SIN y quiere parar esta historia porque se siente un poco arrepentida. Quiere hacer llegar un video a la oposición. Era el video de Waldo Ríos, un integrante del FIM de esa época, se le ve recibiendo dinero por pasarse al oficialismo. Yo le comenté que no era un político conocido y que no iba a tener repercusión. Entonces, te consigo otros, me dijo.

–¿Le dio nombres?

–Justo yo tenía en mis manos un diario con la noticia de la denuncia  de Beto Kouri contra Alejandro Toledo, porque éste lo había acusado de tránsfuga. Entre broma y broma le digo: el video de Kouri con Montesinos sería más interesante. Voy a consultar para ver si hay, me replicó.

–¿Cuál fue el resultado de la consulta?

–Un día viernes, Moisés me llamó para decirme: sí hay video de Kouri. Te lo llevo mañana para que lo veas. El sábado a las ocho de la noche me trajo el video de Kouri.

–¿En qué fecha ocurrió esto?

–A fines de julio del 2000.

–¿Moisés pidió un pago por los videos?

–La primera vez no dijo nada. El lunes siguiente, me dijo que estaban pidiendo 500 mil dólares.

–¡Quinientos mil dólares! ¿No le pareció un precio excesivo, si había un fin político de por medio?

–¿Qué sucedía? En esa época, a  Fabián Salazar le habían querido cortar las manos por haber visto algunos de estos videos. Había un ambiente de miedo y riesgo. En esa situación, el precio no me pareció excesivo. Además se trataba de cambiar la historia del país, ¿no?

(Respecto a este punto, La República se siente en el deber de indicar que no le consta que Moisés Reyes haya pedido dinero alguno por el video. Por lo contrario, todo indica que su empleadora Matilde Pinchi Pinchi no cobró un centavo ni pensó cobrar por la entrega del video.  Queda todavía por determinar quiénes y en qué etapa decidieron comerciar con un video que fue entregado sin precio).

–Una vez con el video en sus manos, ¿a quiénes lo ofreció? –preguntamos a Barrera.

–Al comienzo yo no tuve el video conmigo –aclaró–. Lo había visto, sí, y sobre esa base busqué interesar a políticos de la oposición, pero nadie me creyó. Así que le dije a Moisés: esto no es como vender pan, necesito una muestra. Al final, mi amigo decidió dejarme los dos videos.

–¿Y a quiénes recurrió? ¿El chofer de la señora Pinchi no le indicó una persona determinada a la que había que entregar el video?

–Moisés sabía que yo era muy amigo de César Zumaeta, congresista del Apra, y seguro había comentado esto con su jefa, por eso ella le indicó el nombre de Zumaeta cuando le dio el encargo de hacer llegar el video a la oposición. Pero, César Zumaeta no vio el video. Yo le conté lo que contenía y él me creyó, porque somos muy amigos. Si esto es cierto, cuídate, me aconsejó.

La amistad de Barrera con César Zumaeta tiene larga data. Se conocieron en Iquitos, inclusive antes de que este dirigente aprista se convirtiera en “el diputado más joven del Perú”. Barrera se confiesa aprista, lo cual dada su posterior relación con el FIM confiere una interesante ironía a esta historia. Todo indica que César Zumaeta sí vio el video, pues conocía su formato y describió su contenido en  detalle cuando lo ofertó a Perú Posible a través del empresario  Carlos Bruce y el periodista Fernando Yovera.

Zumaeta tuvo una participación muy activa en el ofrecimiento comercial del video.

–¿A quién ofreció el video?  –preguntamos a Barrera.

–A un concejal de Somos Perú, su nombre es Martín D’Azevedo, de la agrupación política de Alberto Andrade.

–¿Cuál fue su respuesta?

–No quiso saber nada del asunto. Después de hablar con su líder me dijo que le parecía muy peligroso.

–¿No pensó en Perú Posible?

–Sí, hice saber sobre la existencia del video al señor Carlos Bruce. Yo le comenté a César Zumaeta y él conversó con (Fernando) Yovera para que  le comunicara a Bruce. En esa época, todos los que eran oposición al gobierno de Fujimori andaban juntos. El señor Carlos Bruce fue informado y después ha dicho que yo le pedí 600 mil dólares. Eso no es cierto.

–¿Cuánto le pidió?

–Como le he dicho, yo nunca hablé con el señor Bruce. Fue él quien hizo llegar una oferta de 12 mil dólares. Era una suma insignificante al lado de los 500 mil dólares que había que pagar. Entonces se acabaron las tratativas con él.

Consultado Fernando Yovera, recordó que recibió a Zumaeta luego que Toledo y Bruce lo llamaran para pedirle que lo haga. En la entrevista, Zumaeta dijo que los dueños del video pedían “600” por el mismo. “No hay problema, se le puede dar hasta mil dólares”, habría replicado Yovera. “No, –dijo Zumaeta–, 600 mil dólares”.

Fracasadas sus primeras tentativas de venta, Barrera y Zumaeta reclutaron a una experta en relaciones públicas que resultó una virtuosa en marketing.

–¿Podría darnos su nombre? –consultamos a Barrera–.

–Bueno, como esto ya es historia, diré su nombre, no creo que la afecte, creo que decirlo es un reconocimiento. Se llama Elizabeth Du Bois. En ese tiempo trabajaba como relacionista pública del diario Liberación.

Elizabeth Du Bois era una conocida de César Zumaeta. En la actualidad (2005), Du Bois es socia de Iván Zumaeta, hermano del congresista, en la revista “Alter Ego”.

–¿Cuáles fueron los tratos que Du Bois impulsó? –preguntamos a nuestro entrevistado–.

–Ella ofreció el video a un montón de sitios, a Fausto Alvarado, Fernando Viaña, Canal N, inclusive hubo la idea de llegar a Delgado Parker. Al final se quedó con Baruch Ivcher y Luis Iberico. Para entonces ya se había comenzado a manejar el millón de dólares como precio. La amiga Elizabeth se encargó de establecer contacto con Luis Iberico y él se mostró muy  interesado, pero exigía ver un pedazo de la toma. Yo les dije que no había problema, así que coordinamos una fecha.

–¿Usted mismo editó una toma?

–Yo mismo copié una toma de un minuto y medio, y una vez que estuvo lista nos reunimos con Luis Iberico en una casa de la familia de Elizabeth Du Bois, entre San Isidro y Magdalena del Mar. Fue aproximadamente en la primera quincena de agosto. Iberico creía que yo era marino. Después de ver la toma, se quedó realmente emocionado.

–¿A qué conclusión arribaron?

–No se habló de plata. Sólo se visionó la muestra para que se supiera que el video existía. Convenimos en que Elizabeth Du Bois sería el contacto. Dijeron que iban a comunicarse con Baruch Ivcher, quien se encontraba de viaje por Polonia. En la segunda quincena de agosto volvimos a encontrarnos. Esta vez sí se habló de plata.

–¿La reunión fue con Iberico?

–Sí. Iberico me dijo que se necesitaban más pruebas y que un millón de dólares era mucho para un video. Propuso pagar esa suma pero por diez cassettes... Moisés trajo una lista como de dieciocho congresistas tránsfugas.

–¿Recuerda los nombres?

–Sólo algunos, los de Cáceres Velásquez, padre e hijo; Chávez Sivina, filmado en el Pentagonito con Villanueva Ruesta; Noriega, el de barbita; la señora Huamán Lu, Waldo Ríos y otros que no recuerdo.

–Esto ya tenía visos de un acuerdo.

–Sí, llegamos a un acuerdo básico con Luis Iberico, a comienzos de setiembre. Quedamos en que nosotros les entregábamos diez videos de tránsfugas y ellos nos retribuirían con un millón de dólares. Los videos se comprometieron a difundirlos seis meses después de sacarnos del país a mí y a mi familia.

–¿Qué faltaba para cerrar el trato?

–Dijeron que Baruch Ivcher estaba de acuerdo pero pedía que Luis Iberico, a quien tenía mucha confianza, viera todo el video. En esas estábamos cuando el sábado nueve de setiembre, por la mañana, Elizabeth me llamó para decirme que los amigos querían hablar personalmente conmigo.

–¿Le indicó el motivo?

–Quieren mostrarte que ya llegó el dinero y que van a cumplir contigo. Pero igual quieren ver el video completo. No te desprendas de tu celular, me pidió. De acuerdo, le dije. A las doce del día entró la llamada de Elizabeth. Me citó para la una de la tarde. Te recogemos de la iglesia Virgen del Pilar, de San Isidro. Solo vamos a ir Lucho, tú y yo, me indicó. Después de cortar la llamada, me puse mi pantalón, polo y casaca, todo verde, tipo militar. Debajo de la casaca puse los dos videos Kouri–Montesinos y me dirigí al punto de reunión.

–¿Solo?

–Sí, solo, a la hora indicada llegó la camioneta de Iberico, una Hyundai, cuatro por cuatro, con él y Elizabeth. Subí, saludé, y lo primero que hice fue pedirle prestados sus lentes de sol a Iberico. No te olvides de devolvérmelos porque me han costado treinta dólares, me dijo. Eran unos Harley Davidson.

–¿Sabía adónde se dirigían?

–Realmente no. Pero vi que el carro dio apenas una vuelta alrededor de la plazuela y se metió al costado del café Olé.

–¿Sabía que estaba entrando a una propiedad de Fernando Olivera?

–Después supe que el café Olé y los altos eran propiedad del señor Olivera, pero nunca supe que el trato sobre el video era con él. Siempre pensé que el trato era con el señor Ivcher.

–¿Qué pasó en los altos del café?

–Encontré un departamento vacío, cinco mozos y unos seis tipos de seguridad en el techo, armados. Iberico intentó presentarme a las personas que esperaban adentro. No, le contesté. Yo estaba asustado. Le dije, me estás trayendo a la boca del lobo. Tranquilo, no te preocupes, me respondió. Entramos a la  primera puerta de la izquierda, eran dos cuartos contiguos, me llevó al más chico, trajo una silla plegable, y me invitó a sentarme.

–¿Elizabeth Du Bois seguía con usted?

–Sí, el que se apartó un momento fue Luis Iberico. Volvió con un maletín de médico, gastado. Lo abrió y me dijo: aquí está el millón para que lo veas, saca y cuenta, mientras nosotros vemos el video. Yo no quise tocar el dinero, no quería dejar ninguna huella. Le pedí que lo sacara él. Sacó diez paquetes de cien mil dólares cada uno. Sí creo que había un millón de dólares. Después le di el video, uno solo, el que enfocaba a Kouri, y esperé.

–¿Cuánto tiempo?

–Poco más de cincuenta minutos. Sentí el ruido como de puertas y la bulla de mucha gente. En el segundo piso del edificio del frente había un chifa y unas veinte personas almorzaban con las ventanas abiertas. Pensé que eran gente del SIN y que podían entrar en cualquier momento.

–Al terminar de ver el video, ¿quedaron conformes?

–Muy conformes. Convenimos una próxima reunión definitiva. Yo llevaría allí los diez videos de tránsfugas y ellos entregarían el millón de dólares. Esa reunión debía llevarse a cabo el siguiente miércoles. Mientras tanto me mantendría en contacto con Elizabeth para ver lo de los pasajes.

–¿No sospechó que mientras veían el video lo estuvieran grabando?

–Sinceramente, no.

–¿Le entregaron dinero ese día?

–Sí, después de ver el video y devolvérmelo. Luis Iberico me entregó un sobre cerrado con dinero. Lo agarré con un pañuelo.

–¿Contaste el dinero?

–No. Coloqué inmediatamente el sobre debajo de mi casaca.

–¿Era un pago a cuenta?

–No, yo le había dicho a Iberico que los propietarios del video me estaban exigiendo que les pagara o que se los devolviera. Él me dijo que no me preocupara, que me darían un dinero para ellos, para que esperaran tranquilos. Ese fue el dinero del sobre. Con el nerviosismo y temor que tenía guardé el sobre y los videos juntos debajo de mi casaca.

–¿O sea no abriste el sobre en el que supuestamente habían cien mil dólares que dicen haberte pagado por el video?

– Realmente, nunca lo abrí, no me consta, no creo que haya habido cien mil dólares, lo digo por el grosor del sobre, era el mismo grosor del sobre de los cassettes. Pero sí, Iberico me entregó un paquete con dinero, no sé cuánto, no puedo negarlo.

–¿Allí terminó todo?

–Al momento de retirarme me dijeron que ya no iban a acompañarme ni Iberico ni Elizabeth. El chofer de Iberico fue encargado de llevarme a mi casa o donde yo indicara. El chofer se acercó y lo primero que hizo fue decirme: permítame estrecharle la mano al héroe del Perú que está cambiando la historia. Iberico volvió a insistir en que no me olvidara de devolverle sus lentes. Subí a la camioneta con mucho temor, mirando por todos lados, aferrado a los videos y al sobre que llevaba bajo la casaca.

–¿Por dónde enrumbaron?

–Por el lado del parque El Olivar, recuerdo que antes de llegar a Javier Prado le entregue los lentes al chofer y me bajé casi a la volada. Había una camioneta blanca atrás de nosotros y creí que nos estaban siguiendo. Crucé la avenida y tomé un taxi. Le dije que me llevara a Plaza San Miguel, pero volví a bajarme en la avenida Pershing para tomar otro taxi. Lléveme por el complejo de San Borja, le indiqué. Me fui a mi casa.

–¿A las Torres de Limatambo?

–Sí, llegué a mi casa, abrí la casaca, y vi que los cassettes estaban, pero no encontré el sobre. Hasta ahora no se dónde se me cayó. Parece inverosímil pero es cierto. Al final me consolé pensando que el siguiente miércoles iba a recibir un dinero mayor.

–¿No te preocupó perder tanto dinero?

–Claro que me preocupé, hasta me asusté. Pero, al final lo más importante eran los videos que tenía en ese momento y que podían habérmelos quitado en el camino.

–¿Qué pasó después del sábado?

–Esos días esperamos un poco más tranquilos. Hasta que el jueves mismo, mientras esperaba la llamada de Elizabeth y caminaba por la calle con mi esposa, me llama Moisés y me dijo: ¡Carajo, nos matan, ahora nos matan!. ¡¿Qué pasa, por qué?!, le respondí. ¿Cómo que por qué? ¿No sabes lo que pasa?. Ahorita se va difundir el video en Canal N, lo están anunciando.

Iberico señaló la existencia de más “patriotas” en esta historia, aunque Fernando Olivera, fue el creador del calificativo.

Muy poca gente les otorga ese papel a las personas humildes como Germán Barrera Inany. Quizás esa fue la intención de la entrevista y de este post. No rebobinemos más. Miremos para adelante sin olvidar. Dicen que una sociedad que olvida está condenada a repetir los errores del pasado.


Escrito por

martinhidalgo

Periodista de La República. Twittero más que Facebookero. Hincha celeste y fumador empedernido.


Publicado en

Animus jocandi

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