El Huevo de Colón
Esta historia pertenece al mismo diario de los Barcos (pe)troleros, uno de los primeros post de este blog. Al dueño del diario más poderoso den todo el norte peruano lo llamaremos el ‘Don’, con fines de hacer más entendible la historia. Sí, esta aventura periodística tampoco lleva nombres. Pero les repito: más importan los hechos que los mismos protagonistas.
Resulta que el ‘Don’, a pesar de su avanzada edad, aún escribía los extensos editoriales del diario. Pero tenía una peculiaridad: los escribía a mano. Nunca gustó del incesante arte de la máquina de escribir.
Sus escritos a mano solo los podía transcribir su ‘felipillo’, un digitador muy fiel al ‘Don’. Dicen que era el único capaz de entender aquellos escritos a mano, donde la letra era lo más parecido a un tipo de lengua árabe, o algo por el estilo. La cuestión era de que nadie más que el ‘felipillo’ era capaz de entender, y en algunos casos de corregir, los editoriales del ‘Don’.
Un día el ‘Don’ entregó su texto tarde, cosa que ponía en apuros el cierre de edición, y todo dependía de la velocidad del ‘felipillo’ para terminar la jornada periodística sin sobresaltos. El fiel digitador usaba sus dedos fugaces y avanzaba al ritmo de las manijas ‘segunderas’ del reloj.
Sin embargo, al toparse con el penúltimo párrafo del texto, sus dedos dejaron de digitar de manera automática. Los ojos de ‘felipillo’ no dejaban de releer la frase ‘El huevo de Colón’.
- Esto debe ser una clase de error. El ‘Don’ no ha podido usar la palabra ‘huevos’ en su editorial.- Fue lo primero que se le pasó por la mente.
Rápidamente consultó su diccionario. Allí buscó un 'sinónimo para tan vulgar término'. Lo encontró fácilmente, terminó el texto y el cierre de edición fue de lo más normal.
Al día siguiente, el ‘Don’ no podía creer lo que leía en su editorial: “El testículo de Colón’.
Cierre de Quiosco. “El huevo de Colón” es definido por la RAE como una "cosa que aparenta tener mucha dificultad pero resulta ser fácil al conocer su artificio". La historia la cuenta Girolamo Benzoni en su Historia del Nuevo Mundo (Venecia, 1565).