Alejandro Alemán es un infografista del diario La República, además de un gran dibujante a  mano alzada. De las mejores canteras de artistas, ‘Alejo’ –como lo llaman los amigos- ahora se dedica a plasmar su don en una computadora para graficar las noticias más importantes del día.

Si quieren algo especial de ‘Alejo’, pues les contaré que suele dibujar sus infografías en un lienzo para después escanearlas y así poder trabajarlas en los sinuosos programas de diseño que hoy en día brindan los avances tecnológicos. Y es que para este caricaturista no hay nada que le brinde más libertad que graficar trazos y sombras sobre una hoja con sus lápices ya corroídos por el uso incesante de su arte.

Hoy ‘Alejo’ se encuentra alejado de la vida bohemia que conformó la esencia del periodismo, allá por los años ochenta. Por estos días las cosas no suelen ser las mismas.

Pero esta historia recae en aquellos tiempos de alcohol y arte callejero. ‘Alejo’ trabajaba en Expreso por aquel entonces. Allí era el encargado de graficar los suplementos diarios que se publicaban, los cuales iban desde deportes hasta salud.

Los fin de semana solía reunirse con sus amigos, aquellos artistas que compartían el don de plasmar sus ideas en gráficas casi perfectas. Para ellos, la más libre razón se convertía en pasión.

Un sábado caluroso de abril, ‘Alejo’ decidió tomarse unos tragos con otro amigo pintor, allá por Independencia donde los imponentes cerros hacían del calor puras sombras: el lugar perfecto para un ‘roncito’. Ya en la tercera botella, los artistas deciden irse a mostrar su arte en tierras vecinas: Tahuantisuyo.

En lo más elevado del cerro clavaron sus lienzos cual estacas. Cada uno pincel en mano comenzaron a explayar su arte con la magia de sus manos y la libertad que la bohemia les otorgaba.

Cuentan que solo ‘Alejo’ era capaz –con su arte bohemio–de hacer huir al diablo del infierno para subir y mirar sus trazos tan especiales.

Pero ese sábado caluroso de abril no fue el diablo quien subió a verlo junto a su compañero, sino decenas de pobladores de Tahuantinsuyo quienes los acusaban de estar haciendo planos para el distrito de Independencia que, por ese entonces, se rumoreaba querían ‘invadir’ Tahuantinsuyo.

Las piedras no tardaron en cruzar los aires. ‘Alejo’ y su compañero encontraron en sus lienzos los mejores escudos troyanos. Y con aquella táctica defensiva lograron surcar tierras enemigas hasta llegar a una iglesia donde serían resguardados por el cura de la zona, al mejor estilo de El Zorro.

Cuando las aguas se calmaron, volvieron a sus dominios para seguir disfrutando de la exquisitez de un vaso añejo de ron. Otro día se darían el placer de pintar aquel bello paisaje que otorgaba el cerro Tahuantinsuyo desde sus alturas. No importan si tendrían que dar otra batalla. Total, en el Perú, el arte siempre ha vivido entre batallas por sobrevivir,

Cierre de quiosco. ‘Alejo’ tiene marca digital. Si quieres disfrutar de su arte, solo tienes que deleitarte con sus caricaturas e infografías.