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El lente nunca se equivoca

Publicado: 2010-06-12

El ‘Tunchu’ era uno de los más experimentados fotógrafos de aquel diario ‘chicha’. Su brillantez ante el lente fotográfico no se media en lo estético sino en la 'maña' que tenía para sacar lo mejor de una instantánea.

Tenía a su cargo una serie de chicos inexpertos pero ávidos de sacarle el juego a su experiencia. Él los llamaba su ‘escuelita’. Y vaya que daba cátedra en ese sótano donde durante los últimos años de escondía a develar lo mejor de las chicas que desfilaban por sus estudio con ganas de robar las miradas de los ‘arlequines’ –así los llamaba el ‘Tunchu’- que se paraban e cada quiosco a ‘babear’ por las contorsionadas siluetas de aquellas ‘mininas’.

Obviamente que con algo de ayuda se llegaban a tan presentables fotos, aunque en el caso del lente del ‘Tunchu’ la cosa era mínimo.

Pero cuentan que una vez llegó una ‘preciosa’ mujer que puso de cabeza a la ‘escuelita’. El ‘Kiko’ era el encargada de conseguirlas. Solo él sabía de dónde las sacaba. Nunca conseguía monumentos, pero al menos era material presentable.

Y es que el estudio de paredes blancas donde se refugiaba el ‘Tunchu’ era como un sombrero de mago. Cualquier cosa que entraba, salía como una reliquia digna de colección. En el caso de las ‘dizque’ modelos, se convertían en un trofeo para las paredes de jóvenes, hombres y hasta ancianos (doy fe de ello: el abuelo de mi gran amigo ‘Checho’ tenía su pared llena de estos posters).

Bueno pues, volcamos a la chica que tenía a la escuelita al borde del delirio. Resulta que con saco largo negro entró a la caja mágica. Eso sí, el ‘Tunchu’ confiaba plenamente en que ‘Kiko’ traería buen material para la contraportada del diario.

Pero esa noche algo pasó. ‘Tunchu’ tomó dos fotos y en silencio salió del estudio rumbo al cuarto de edición. ‘Kiko’ y toda la escuelita salieron tras él, en fila india, desconcertados con el inesperado actuar del experimentado fotógrafo.

‘Tunchu’era un hombre de pocas palabras. Se limitó a bajar las pocas tomas que había hecho en los dos disparos que realizó con su cámara. Seleccionó una y la amplió en toda la pantalla.

- ¿Qué ven hijos de puta? – rugió el ‘Tunchu’.

- Una mamacita.- respondió ‘Kiko’ casi por inercia.

- Carajo, mira las manos y el cuello.- inquirió el maestro de la escuelita.

- Yo la besaría.- dijo tontamente uno de los inexpertos.

- Tienes una hora para hacer la producción de mañana. Es cabro, huevón…

El ‘Tunchu’ salió a prender un cigarro y esperar que le traigan una mujer.

Cierre de quiosco. Cuentan que la escuelita aprendió la lección y cada vez que salían a la casa de mininas para la contraportada, revisaban su cuello y sus manos.


Escrito por

martinhidalgo

Periodista de La República. Twittero más que Facebookero. Hincha celeste y fumador empedernido.


Publicado en

Animus jocandi

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