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Valdelomar, Mariátegui y la ‘Rusa’

Publicado: 2010-06-08

Hoy buscaba entre mis cachivaches un libro de Lawrence Sanders, cuando de pronto mi vista se fijó en el revólver envuelto en llamas que graficaba la portada de un libro, uno que no esperaba encontrar después de tanto tiempo.

Y como todo periodista con alma detectivesca, una incertidumbre hizo que mis dedos recorrieran rápidamente las hojas de aquel libro que titula Gracias, Señor, por tu venganza. Pluma y gracia de Javier Arévalo.

Lo más curioso es que me fui, casi sin pensarlo, de frente a la hoja 85. Allí me encontré con el relato perfecto para ser el que se convierte en mi segundo post, y la escolta a mi primer escrito sobre el gran maestro Óscar Cuya.

En esta ocasión me tomaré la licencia de transcribir el relato de Javier Arévalo, donde Alberto y Magdi, dos amantes furtivos, se encontraban hablando de excomulgaciones y cosas por el estilo…

- ¿Cómo hago para que me excomulguen? Pero en público, que me prendan una hoguera y me lancen maldiciones y exorcismos. En los años veinte, Valdelomar, Mariátegui y otros secuaces cultos de la época hicieron bailar desnuda a una bailarina rusa en el cementerio Presbítero Maestro y provocaron que durante una semana Lima estuviera a punto de ser olvidada por Dios.

- ¿Por qué? – preguntó Magdi.

- Los muchachos, románticos y excesivos de entonces, se fueron presos. No había un cargo, no habían violado una ley civil, a nadie pueden juzgar por blasfemia o sacrilegio. Pero igual los detuvieron aunque solamente unos pocos días.

- Podían acusarlos de acto inmorales, eso sí es civil.

- Es cierto, mi querida doctora, pero te vas a enterar. No había forma de retenerlos, ni de castigarlos, pero el obispo de la ciudad se dio cuenta de que todo quedaría impune, y entonces…

-Sorpréndeme…

- Dios se hizo luz y se hizo castigo. El obispo amenazó la ciudad con una excomunión general si no pagaban su culpa los pecadores. Las viejas beatas salieron a las calles, vestidas de riguroso negro pasearon frente a la prefectura porque la ciudad iba a caer en la desgracia del Señor.

¿Puedes creerlo? Mil beatas en la calle, temerosas de Dios, paseando por las calles, pidiendo justicia divina. Y algo lograron. La bailarina tuvo que despedirse del país. Pero a los muchachos no les hicieron nada. Sin embargo, la historia no termina ahí, lo que aconteció con el resto es lo más interesante: algunos años después, Valdelomar rodaba misteriosamente por unas gradas de piedra después de dar una conferencia. Mariátegui lo seguiría, aquejado por una enfermedad misteriosa que lo consumió después de su regreso de Europa…

Y si quieres leer más, ¿qué esperas? Anda a comprar el libro. ¿Te olvidaste el nombre? Gracias, Señor, por tu venganza. ¿Quién diablos lo escribió? Javier Arévalo.

Cierre de quiosco. Javier Arévalo anda encabezando un proyecto de Plan Lector para los ‘chuckies’ de tu casa. Ya sabes: hijos, sobrinos, nietos, y todo pequeño ser que se mueve en toda tu casa. Puedes encontrar sobre eso y más en el blog Yo Leo.


Escrito por

martinhidalgo

Periodista de La República. Twittero más que Facebookero. Hincha celeste y fumador empedernido.


Publicado en

Animus jocandi

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